Programa de Bienestar

     En 1936, en virtud a una inspiración que recibió del Señor, la Primera Presidencia estableció el programa de bienestar de la Iglesia como una forma organizada de promover la autosuficiencia y de ayudar a los necesitados.
El programa de bienestar no es sólo una manera de ayudar a los miembros que atraviesan circunstancias difíciles de manera provisoria, sino que también recalca la autosuficiencia como un modo de vida que incluye la formación académica, la salud, el empleo, la producción y el almacenamiento en el hogar, la economía familiar y la fortaleza espiritual.
Los principios básicos del bienestar —la autosuficiencia y la industria— siguen siendo igual hoy que cuando el Señor le mandó a Adán: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan” (Génesis 3:19).  El programa de bienestar no es uno más en la Iglesia; sino la esencia de la misma.
El objetivo a largo plazo del programa, según lo describió el presidente Clark, continúa cumpliéndose: “…la edificación del carácter de los miembros de la Iglesia, tanto de quienes dan como quienes reciben, rescatando todo aquello que sea de mayor valor en lo más profundo de su ser, y sacando a florecer y a dar fruto la riqueza latente del espíritu, lo cual, después de todo, es la misión, el propósito y la razón por la que pertenecemos a esta Iglesia”.
En los últimos días, el Señor ha declarado: “Y se mantendrá el almacén por medio de las consagraciones de la iglesia; y se proveerá lo necesario a las viudas y a los huérfanos, como también a los pobres” (D. y C. 83:6). Luego nos recordó: “Pero es preciso que se haga a mi propia manera” (D. y C. 104:16).
Los principios de bienestar se ponen en práctica en la vida de los miembros alrededor del mundo como un principio diario de cada hogar.
“El verdadero almacén del Señor está en los hogares y en los corazones de su pueblo”, ha dicho el élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles” (“Los principios de bienestar son para guiar nuestra vida: un plan eterno para el bienestar de las almas de los hombres”, Liahona, mayo de 2011, pág. 140).
Cuando las personas desarrollan su propia autosuficiencia por medio de la fe en Jesucristo, pueden ayudar a otros a llegar a ser autosuficientes.
El Salvador nos dio el ejemplo perfecto de lo que Él mismo enseñó: “En cuanto lo hicisteis a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).
En la Sociedad de Socorro las hermanas aprendemos a llevar a la práctica esos principios de bienestar, tanto en nuestros propios hogares como fuera de ellos colaborando con la iglesia para ayudar a los miembros que están pasando por dificultades en su camino a la autosuficiencia.

1 comentario:

  1. Queridas hermanas: tengo un testimonio del Plan de Bienestar. Cuando lo conocí, recien bautizada me hizo pensar en mis padres, pues ellos a su manera tenían su Plan de Bienestar. Mi madre tenía siempre en la despensa, un almacenamiento de los artículos que más consumíamos en el hogar. A ella le preocupaba mucho que, como decía ella: "algo ocurriese" y no tuviésemos una reserva de alimentos. Era de una familia muy humilde y en su niñez pasaron muchas necesidaes, creo que debido a ello, se convirtió en una mujer previsora en todos los sentidos, y eso me enseñó a mi a serlo. Cuando aprendí que en la Iglesia se preocupaban por la reserva alimenticia, yo quise tambien hacer la mia propia y en una ocasón en la que la escasez de medios llamó a mi puerta, pude recibirla, porque había recordado gracias a la Iglesia, lo que por medio del ejemplo mi madre me enseñó.

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