Maestras Visitantes

"Mediante el programa de las maestras visitantes actuamos como madres, hermanas, ayudantes, compañeras y amigas unas con otras" (Elaine L. Jack Presidenta General de la Sociedad de Socorro 1990-1997- Church news, Sep. 1993)


COMPAÑERISMOS
CADA OVEJA CON SU PAREJA
 
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Rosa O.

MisionerasKateHappy
 
MENSAJE DE LAS MAESTRAS VISITANTES ABRIL 2013

Convenios del templo



“…las ordenanzas salvadoras que se reciben en el templo y que nos permiten regresar algún día a nuestro Padre Celestial en una relación familiar eterna, y ser investidos con bendiciones y poder de lo alto, merecen todo sacrificio y todo esfuerzo”, dijo el presidente Thomas S. Monson. Si aún no han entrado al templo, pueden prepararse para recibir las ordenanzas sagradas del templo al hacer lo siguiente:
  • Creer en nuestro Padre Celestial, en Jesucristo y en el Espíritu Santo.
  • Desarrollar un testimonio de la expiación de Jesucristo y del Evangelio restaurado.
  • Sostener y seguir al profeta viviente.
  • Ser dignas de obtener una recomendación para el templo al pagar diezmos, ser moralmente limpias, ser honradas, guardar la Palabra de Sabiduría y vivir en armonía con las enseñanzas de la Iglesia.
  • Dar tiempo, talentos y medios para ayudar a edificar el reino del Señor.
  • Participar en la obra de historia familiar.
Además, el presidente Monson enseñó: “…cuando recordemos los convenios que hemos hecho allí [en el templo], seremos más capaces de soportar toda prueba y de superar cada tentación”.

De las Escrituras

De nuestra historia

“Más de 5.000 santos colmaron el Templo de Nauvoo tras su dedicación…
“La fortaleza, el poder y las bendiciones de los convenios del templo sostuvieron a los Santos de los Últimos Días durante su travesía al Oeste, cuando sufrieron frío, calor, hambre, pobreza, enfermedades, accidentes y muertes”.
Al igual que muchas hermanas de la Sociedad de Socorro, Sarah Rich prestó servicio como obrera del templo. En cuanto a esa experiencia, dijo: “…si no hubiera sido por la fe y el conocimiento que se nos concedieron en aquel templo por… el Espíritu del Señor, esa jornada hubiera sido como un salto en la oscuridad… pero tuvimos fe en nuestro Padre Celestial… sabiendo que éramos Su pueblo escogido… y en lugar de dolor, sentíamos regocijo porque había llegado el día de nuestra liberación”.
El éxodo no fue un “salto en la oscuridad” para las fieles mujeres Santo de los Últimos Días, pues a ellas las sostenían sus convenios del templo.

¿Qué puedo hacer?

  1. ¿Acudo al templo con regularidad?
    2.   ¿Animo a mis hermanas para que reciban las bendiciones del templo?

MENSAJE DE LAS MAESTRAS VISITANTES MARZO 2013

Activación


Nuestro profeta, el presidente Thomas S. Monson, nos alienta a que nos “[esforcemos] por rescatar a aquellos que necesitan nuestra ayuda y [elevarlos] al buen camino y a una vida mejor… es la obra del Señor, y cuando estamos al servicio del Señor, hermanos, tenemos derecho de recibir Su ayuda”1.
Hace muchos años, LaVene Call y su compañera de maestras visitantes fueron a la casa de una hermana menos activa; tocaron a la puerta y les abrió una joven madre en bata de baño. Parecía enferma, pero pronto se dieron cuenta de que su problema era el alcohol. Las maestras visitantes se sentaron y hablaron con la perturbada madre.
“Ella es una hija de Dios, tenemos la responsabilidad de ayudarla”, dijeron después de salir. De modo que la visitaron con frecuencia, y en cada oportunidad pudieron ver y sentir un cambio para bien. Le pidieron a la hermana que asistiera a la Sociedad de Socorro; y aunque lo hizo de forma renuente, con el tiempo asistía regularmente. Después de alentarlos, ella, su esposo y su hija asistieron a la Iglesia. El esposo sintió la influencia del Espíritu Santo y dijo: “Haré lo que el obispo sugiere”. Ahora están activos en la Iglesia y se han sellado en el templo2.

De las Escrituras

De nuestra historia

Ayudar a aquellos que se han extraviado a que regresen al evangelio de Jesucristo siempre ha sido parte de ser Santo de los Últimos Días y miembro de la Sociedad de Socorro. El presidente Brigham Young (1801–1877) dijo: “Tengamos compasión unos con otros… que los que puedan ver guíen a los ciegos hasta que éstos puedan ver por sí mismos el camino”3.
Eliza R. Snow, segunda Presidenta General de la Sociedad de Socorro, reconoció con gratitud los esfuerzos de las hermanas de Ogden, Utah, EE. UU., para fortalecerse mutuamente. Dijo: “Estoy muy al tanto de que mucho de lo que se dona [en relación con el servicio] nunca queda asentado en los libros [de registro]”. Pero al reconocer que se lleva un registro celestial de la obra de las hermanas que tienden una mano a las personas cuyo corazón se ha enfriado, agregó: “El presidente José Smith dijo que esta sociedad se organizó para salvar almas… Hay otro libro que se lleva con un registro de su fe, bondad, buenas obras y palabras… Ningún servicio queda en el olvido”4.
1.¿Tengo el valor de pedirle a una hermana menos activa que asista conmigo a una reunión de la Sociedad de Socorro?
2. ¿Se sienten cómodas las hermanas que están bajo mi cuidado para hacerme preguntas sobre el Evangelio?
 

MENSAJE DE LAS MAESTRAS VISITANTES FEBRERO 2013

Convertidos al Señor



Con espíritu de oración, estudie este material y, según sea apropiado, analícelo con las hermanas que usted visita. Utilice las preguntas como ayuda para fortalecer a sus hermanas y para hacer que la Sociedad de Socorro forme una parte activa en su propia vida.
Sello de la Sociedad de Socorro
Fe, Familia, Socorro

Las hermanas nuevas en la Iglesia —entre ellas las mujeres jóvenes que ingresan a la Sociedad de Socorro, las hermanas que vuelven a la actividad y las conversas nuevas— necesitan el apoyo y la amistad de las maestras visitantes. “Podrán ver cuán vital es la participación de los miembros en la retención de los conversos y en el hacer volver a los menos activos a la actividad total”, dijo el élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles. “Comprendan… que la Sociedad de Socorro… [puede ser uno de los recursos más poderosos] para demostrar amistad que tengamos en la Iglesia… extiendan temprano una mano de amistad a los que se les esté enseñando y reactivando, y amen a los que lleguen a la Iglesia [mediante su organización]”.
Como integrantes de la Sociedad de Socorro, podemos ayudar a los miembros nuevos a aprender prácticas básicas de la Iglesia, tales como:
  • Dar un discurso.
  • Expresar su testimonio.
  • Obedecer la ley del ayuno.
  • Pagar el diezmo y otras ofrendas.
  • Participar en la obra de historia familiar.
  • Efectuar bautismos y confirmaciones por sus antepasados fallecidos.
“Se requieren amigos atentos que… hagan sentir [a los miembros nuevos] cómodos y bienvenidos en la Iglesia”, dijo el élder Ballard2. Todos nosotros, pero especialmente las maestras visitantes, tenemos la responsabilidad importante de establecer amistad con los miembros nuevos como una manera de ayudarlos a estar firmemente “convertidos al Señor” (Alma 23:6).

De las Escrituras

De nuestra historia

El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008), dijo: “Con un número de conversos cada vez mayor debemos incrementar de manera substancial nuestros esfuerzos para ayudarlos a integrarse. Cada uno de ellos necesita tres cosas: un amigo, una responsabilidad y ser nutrido ‘por la buena palabra de Dios’ (Moroni 6:4)”.
Las maestras visitantes están en la posición de ayudar a quienes están bajo su cuidado. A menudo la amistad viene primero, como lo fue para una joven hermana de la Sociedad de Socorro que era la maestra visitante de una hermana mayor. Les había costado forjar una amistad hasta que trabajaron juntas en un proyecto de limpieza; se hicieron amigas y, mientras hablaban acerca del mensaje de las maestras visitantes, las dos fueron nutridas por “la buena palabra de Dios”.
El presidente Joseph Fielding Smith (1876–1972) dijo que la Sociedad de Socorro “es parte vital del reino de Dios sobre la tierra y… ayuda a sus miembros fieles a obtener la vida eterna en el reino de nuestro Padre”.

¿Qué puedo hacer?

  1. ¿Oro por mi compañera y pido que el Espíritu nos guíe cuando ministramos a nuestras hermanas?
  2. ¿De qué maneras servimos a cada hermana que está bajo nuestro cuidado para que sepa que realmente nos preocupamos por ella?

 

 

Mensaje de las Maestras Visitantes de Enero del 2013

Obra misional

Los Santos de los Últimos Días son enviados para “obrar en [la viña del Señor] en bien de la salvación de las almas de los hombres” (D. y C. 138:56), lo cual incluye la obra misional. No necesitamos un llamamiento misional formal para compartir el Evangelio. A nuestro alrededor, existen personas cuyas vidas serán bendecidas mediante el Evangelio y, a medida que nos preparemos, el Señor nos utilizará. Las maestras visitantes aceptan sus responsabilidades espirituales y ayudan a “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).
Cuando el profeta José Smith organizó la Sociedad de Socorro en 1842, dijo que las mujeres no sólo debían cuidar de los pobres, sino también salvar almas1. Éste sigue siendo nuestro propósito.
“[El Señor] concede un testimonio de la verdad a quienes lo compartirán con los demás”, dijo el presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia. “Más aún, el Señor espera que los miembros de Su Iglesia ‘en todo tiempo [abran la] boca para declarar [Su] evangelio con el son de regocijo’ (D. y C. 28:16)… A veces una sola frase de testimonio puede desencadenar acontecimientos que influyen en la vida de alguien por la eternidad”.

De nuestra historia

La historia de Olga Kovářová, de la antigua Checoslovaquia, es un ejemplo de nuestra historia de la Sociedad de Socorro sobre la obra misional de un miembro. En 1970, Olga estudiaba un doctorado y anhelaba una vida espiritual más profunda. Se percató de Otakar Vojkůvka, un Santo de los Últimos Días de 75 años. Ella dijo: “Me pareció de setenta y cinco años de edad, pero en su corazón más bien tenía dieciocho años y estaba lleno de gozo. Eso era muy inusual en Checoslovaquia en ese tiempo de cinismo”.
Olga les preguntó a Otakar y a su familia cómo habían hallado gozo. Ellos le presentaron a otros miembros de la Iglesia y le regalaron un ejemplar del Libro de Mormón; ella lo leyó con avidez y muy pronto fue bautizada y confirmada. Desde entonces, Olga ha sido una influencia para bien en un mundo de opresión política y persecución religiosa. Ella sirvió como presidenta de la Sociedad de Socorro de su pequeña rama y ayudó a salvar el alma de los demás al traerlos a Cristo3.

¿Qué puedo hacer?

  1. ¿Sigo las impresiones del Espíritu Santo al compartir mi testimonio con las hermanas a las que visito?
  2. ¿Cómo ayudo a las hermanas que están bajo mi cuidado a aprender el Evangelio


MENSAJE MAESTRAS VISITANTES DICIEMBRE 2012

El programa de las maestras visitantes, una obra de salvación


El programa de las maestras visitantes da a las mujeres la oportunidad de cuidarse, fortalecerse y enseñarse unas a otras; realmente es una obra de salvación. Mediante este programa, las hermanas ministran en nombre del Salvador y ayudan a preparar a las mujeres para las bendiciones de la vida eterna.
“Debemos ‘amonestar, exponer, exhortar, enseñar e invitar a [los demás] a venir a Cristo’ (D. y C. 20:59), como lo dice el Señor en Sus revelaciones”, dijo el presidente Spencer W. Kimball (1895–1985). Además dijo: “Su testimonio es un medio sumamente eficaz”.
Cuando como maestras visitantes aumentamos nuestro conocimiento de las verdades del Evangelio, nuestros testimonios fortalecen y ayudan a las hermanas que se están preparando para recibir el bautismo y la confirmación; ayudamos a los miembros nuevos a afianzarse en el Evangelio; nuestras visitas y amor “[traen] de regreso a aquellos que se han apartado [y dan calor] al corazón de los que se han enfriado para con el Evangelio”; y alentamos a las hermanas a venir a Cristo mediante la asistencia al templo.
El presidente Kimball dijo a las maestras visitantes: “Ustedes van a salvar almas y quién puede decir cuántas de las buenas personas que actualmente son activas en la Iglesia lo son a causa de que ustedes estuvieron en sus hogares y les brindaron una nueva perspectiva, una nueva comprensión; lograron que recibieran revelación y ampliaron sus horizontes…
“Como ven, no están salvando únicamente a hermanas, sino quizás también a esposos y hogares”.

De las Escrituras

De nuestra historia

Cuando el profeta José Smith organizó la Sociedad de Socorro, dijo que las mujeres no sólo debían velar por el pobre sino también por la salvación de las almas. También enseñó que las mujeres de la Iglesia tienen funciones esenciales en el plan de salvación de nuestro Padre Celestial. Guiadas por los principios que enseñó el profeta José Smith, trabajamos juntas como hermanas de la Sociedad de Socorro a fin de preparar a las mujeres y a sus familias para recibir las bendiciones más grandes de Dios.
El presidente Brigham Young dijo: “Tengamos compasión unos con otros y tratemos de que los fuertes ayuden con devoción a los débiles hasta que éstos se conviertan en fuertes, y que los que puedan ver guíen a los ciegos hasta que éstos puedan ver por sí mismos el camino”.

MENSAJE MAESTRAS VISITANTES NOVIEMBRE 2012

Como bien sabéis en el mes de Noviembre la revista Liahona de la Iglesia viene cargada de la Conferencia General de Octubre por lo cual para compartir el mensaje de Maestras Visitantes este mes os animamos a elegir un discurso acorde a las necesidades de la hermana a visitar.   De cualquier manera desde la Presidencia de la Organización os animamos a utilizar este discurso en vuestras visitas ya que lo consideramos muy inspirador y que puede ser de mucha ayuda. 

¿Está escrita en nuestro corazón la fe en la expiación de Jesucristo?

Por Linda K. Burton - Presidenta General de la Sociedad de Socorro


Linda K. BurtonQueridas hermanas, ustedes han estado en mi mente y en mi corazón por meses al reflexionar en esta imponente responsabilidad. Aunque no me siento a la altura de la responsabilidad que se me ha dado, sé que el llamamiento vino del Señor a través de Su profeta escogido, y por ahora, eso es suficiente. En las Escrituras dice: “…sea por [la] voz [del Señor] o por la voz de [Sus] siervos, es lo mismo”.
Uno de los preciosos dones relacionados con este llamamiento es la certeza de que nuestro Padre Celestial ama a todas Sus hijas. ¡Yo he sentido Su amor por cada una de nosotras!
Al igual que ustedes, ¡me encantan las Escrituras! En Jeremías hay un pasaje que me gusta mucho. Jeremías vivió en una época y en un lugar difíciles, pero el Señor le permitió “[prever] una era de esperanza durante el recogimiento de Israel en los últimos días”; nuestros días. Jeremías profetizó:
“…después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en su mente y la escribiré en sus corazones; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo…
“…todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la iniquidad de ellos y no me acordaré más de su pecado”..
Nosotros somos el pueblo que Jeremías vio. ¿Hemos invitado al Señor a escribir la ley, o la doctrina, en nuestro corazón? ¿Creemos que el perdón que está disponible a través de la Expiación a la que se refiere Jeremías se aplica a nosotros personalmente?
Hace unos años, el élder Jeffrey R. Holland expresó sus sentimientos sobre la profunda fe de los pioneros que siguieron adelante hacia el Valle de Salt Lake aún tras la muerte de sus hijos. Él dijo: “…no lo hicieron por un programa o una actividad social; lo hicieron porque tenían la fe en el evangelio de Jesucristo arraigada en su alma, estaba en la médula de sus huesos”.
Expresó con tierna emoción:
“Ésa era la única forma en que esas madres podían enterrar a [sus bebés] en una caja de pan y seguir adelante diciendo: ‘La tierra prometida está más adelante. Lograremos llegar al valle’.
Podían decirlo debido a los convenios, la doctrina, la fe, la revelación y el Espíritu”.
Concluyó con estas palabras que invitan a la reflexión: “Si conservamos esto en nuestra familia y en la Iglesia, tal vez muchas otras cosas comenzarán a resolverse por sí mismas; y muchas otras menos necesarias perderán su importancia. Me han contado que los carros de mano tenían una capacidad limitada. Al igual que nuestros antepasados tuvieron que escoger lo que llevarían, tal vez el siglo veintiuno nos obligue a decidir: ‘¿Qué ponemos en el carro de mano?’. Es la esencia de nuestra alma; lo que se encuentra en la médula de nuestros huesos”4. O en otras palabras, es lo que está escrito en nuestro corazón.
Como nueva presidencia de la Sociedad de Socorro, hemos buscado con sinceridad al Señor para saber qué cosas esenciales desea que pongamos en nuestra carreta de la Sociedad de Socorro para seguir avanzando Su obra. Hemos sentido que primero el Padre Celestial desea que ayudemos a Sus amadas hijas a entender la doctrina de la expiación de Jesucristo. Al hacerlo, sabemos que aumentará nuestra fe y nuestro deseo de vivir en rectitud. Segundo, al considerar la necesidad vital de fortalecer a las familias y los hogares, hemos sentido que el Señor desea que animemos a Sus amadas hijas a que se adhieran a sus convenios. Cuando los convenios se guardan, las familias se fortalecen. Finalmente, sentimos que Él desea que trabajemos en unidad con las otras organizaciones auxiliares y con los líderes del sacerdocio, esforzándonos por buscar y ayudar a los necesitados a progresar en el sendero. Es nuestra oración ferviente que cada una abramos nuestro corazón y permitamos que el Señor grabe en él las doctrinas de la Expiación, los convenios y la unidad.
¿Cómo podemos esperar fortalecer a las familias o ayudar a los demás a menos que tengamos escrito en nuestro propio corazón una fe profunda y perdurable en Jesucristo y en Su expiación infinita? Esta noche quiero compartir tres principios de la Expiación que, si quedan escritos en nuestro corazón, fortalecerán nuestra fe en Jesucristo. Espero que el comprender estos principios nos bendiga a cada una, ya sea que seamos nuevas en la Iglesia o miembros de toda la vida.

Principio 1: “Todo lo que es injusto en la vida se puede remediar por medio de la expiación de Jesucristo”.

Junto con ustedes, damos testimonio de la expiación de nuestro Salvador Jesucristo. Nuestro testimonio, como el de ustedes, quedó escrito en nuestro corazón al enfrentar diversos desafíos y adversidades que ensanchan el alma. Sin la comprensión del plan perfecto de felicidad del Padre Celestial y de la expiación del Salvador como parte central de ese plan, esos desafíos podrían parecer injustos. Todos tenemos pruebas en la vida; pero en el corazón fiel está escrito: “Todo lo que es injusto en la vida se puede remediar por medio de la expiación de Jesucristo”.
¿Por qué permite el Señor que tengamos sufrimiento y adversidad en esta vida? En palabras simples, ¡es parte del plan para nuestro crecimiento y progreso! Cuando nos enteramos de la oportunidad de venir a la tierra como mortales, nos “regocijamos”. El élder Dallin H. Oaks enseñó: “Con frecuencia, nuestras conversiones necesarias se logran con más rapidez mediante el sufrimiento y la adversidad que mediante la comodidad y la tranquilidad”.

El ejemplo de una fiel hermana pionera ilustra esa verdad. Mary Lois Walker se casó a los 17 años con John T. Morris en St. Louis, Misuri. Cruzaron las llanuras con los santos en 1853 y entraron al Valle del Lago Salado poco después de su primer aniversario. En el viaje, sufrieron las mismas privaciones que padecieron otros santos; pero su sufrimiento y adversidad no terminó al llegar al Valle del Lago Salado. Al año siguiente, Mary, que ya tenía 19 años, escribió: “Tuvimos un hijo… Una anoche cuando tenía dos o tres meses de edad… algo me susurró: ‘Vas a perder a ese pequeño’”.

Durante el invierno se deterioró la salud del bebé. “Hicimos todo lo posible… pero el bebé empeoraba gradualmente… El 2 de febrero murió… así que bebí de la amarga copa de separarme de mi propia carne”. Pero sus pruebas aún no habían terminado. El esposo de Mary también cayó enfermo y, tres semanas después de perder al bebé, él murió.
Mary escribió: “Así fue como, aún adolescente, quedé privada en el corto plazo de 20 días de mi esposo y mi único hijo, en una tierra extraña, a cientos de kilómetros de mi familia y enfrentando una montaña de dificultades… y yo también deseé morir y reunirme con mis seres queridos”.
Mary continúa: “Un domingo por la tarde caminaba con mi amiga… Recordé la ausencia de [mi esposo] y mi intensa soledad, y al llorar amargamente pude ver, como en una visión mental, el empinado cerro de la vida que tendría que escalar y sentí la realidad de todo ello con gran fuerza. Me embargó una profunda depresión, porque el enemigo sabe cuándo atacarnos, pero nuestro [Salvador Jesucristo] es poderoso para salvar. Mediante… la ayuda del Padre, pude luchar contra todas las fuerzas que parecían combinarse contra mí en esos momentos”.
Mary aprendió a la tierna edad de 19 años que la Expiación nos asegura que todo lo que es injusto en esta vida puede remediarse y se remediará, incluso las penas más profundas.

Principio 2: La Expiación tiene un poder que nos habilita para vencer al hombre o a la mujer natural y llegar a ser verdaderos discípulos de Jesucristo.

Hay una forma de saber si hemos aprendido una doctrina o un principio del Evangelio; es cuando podemos enseñar la doctrina o el principio de manera que un niño lo pueda entender. Un recurso valioso para enseñar la Expiación a los niños es la analogía que se encuentra en una lección de la Primaria. Tal vez nos ayude al enseñar a nuestros hijos o nietos, o a los amigos de otras religiones que deseen entender esta doctrina básica.

“Al andar por cierto camino, [una mujer] se cayó en un pozo tan profundo que no podía salir de allí. A pesar de todos sus esfuerzos, no conseguía hacerlo. Empezó a suplicar que alguien [la] ayudara y se regocijó cuando, al oírle, un bondadoso viajero le alcanzó una escalera por la cual pudo salir del pozo y recobrar su libertad.

“Somos como [la mujer] que cayó en el pozo. El pecar es como caer en un pozo sin poder salir por nuestros propios medios. Tal como el bondadoso viajero escuchó el clamor de [aquella mujer], el Padre Celestial envió a Su Hijo Unigénito para proporcionar el medio de escapar. La expiación de Jesucristo podría compararse a colocar la escalera en el pozo; nos provee la manera de salir”. Pero el Salvador hace más que colocar la escalera, Él “baja al abismo y hace posible que usemos la escalera para… escapar”. “Así como [aquella mujer] tuvo que trepar la escalera, nosotros debemos arrepentirnos de nuestros pecados y obedecer los principios y ordenanzas del Evangelio para salir del pozo y hacer que la Expiación surta efecto en nuestra vida. Por tanto, después de hacer todo lo que podemos, la Expiación hace posible que seamos dignos de regresar a la presencia del Padre Celestial".

Hace poco tuve el privilegio de conocer a una pionera de nuestros días, una amada hija de Dios y reciente conversa a la Iglesia en Chile. Es una madre sola y tiene dos hijos pequeños. Por el poder de la Expiación, ha logrado dejar atrás su pasado y ahora se esfuerza sinceramente por ser una verdadera discípula de Jesucristo. Al pensar en ella, acude a mi mente un principio que enseñó el élder David A. Bednar: “Una cosa es saber que Jesucristo vino a la tierra para morir por nosotros, lo cual es básico y fundamental respecto a la doctrina de Cristo; pero también es necesario que reconozcamos que el Señor desea, mediante Su expiación y por medio del poder del Espíritu Santo, vivir en nosotros, no sólo para guiarnos, sino también para darnos poder”.
Al conversar con esta hermana chilena sobre la forma de seguir en el sendero que lleva a la vida eterna, ella me aseguró con entusiasmo que estaba decidida a hacerlo. Había estado fuera del sendero la mayor parte de su vida y declaró que “allá”, fuera del sendero, no había nada que quisiera tener en su vida otra vez. El poder habilitador de la Expiación vive dentro de ella; se está escribiendo en su corazón.
Ese poder no sólo nos habilita para salir del pozo, sino que además nos da el poder para continuar en el sendero estrecho y angosto que lleva a la presencia de nuestro Padre Celestial.

Principio 3: La Expiación es la evidencia más grande que tenemos del amor del Padre por Sus hijos.

Haríamos bien en meditar sobre este pensamiento conmovedor del élder Oaks: “Piensen cuán doloroso debió haber sido para nuestro Padre Celestial enviar a Su Hijo a soportar el incomprensible sufrimiento por nuestros pecados. ¡Ésta es la evidencia más extraordinaria de Su amor por cada uno de nosotros!”.
Ese acto supremo de amor debería llevar a cada uno de nosotros a arrodillarnos en humilde oración para agradecer a nuestro Padre Celestial el amarnos lo suficiente como para mandar a Su Hijo Unigénito y perfecto a sufrir por nuestros pecados, nuestras penas y todo lo que parece ser injusto en nuestras vidas.
¿Recuerdan a la mujer de la que habló hace poco el presidente Dieter F. Uchtdorf? Él dijo: “Una mujer que había pasado años de pruebas y dolor dijo a través de las lágrimas: ‘He llegado a comprender que soy como un billete viejo de 20 dólares: arrugada, hecha trizas, sucia, maltratada y marcada; pero sigo siendo un billete de 20 dólares. Algo valgo; aunque parezca que no valgo nada, y aunque me hayan golpeado y maltratado, todavía valgo los 20 dólares completos’”.
Esa mujer sabe que es una amada hija del Padre Celestial y que Él la valora lo suficiente para enviar a Su Hijo para expiar por ella, en forma individual. Toda hermana en la Iglesia debe saber lo que sabe esta mujer: que es una amada hija de Dios. ¿Cómo cambia la manera en que guardamos nuestros convenios el saber cuánto valemos para Él? ¿Qué efecto tiene el saber cuánto nos valora en nuestro deseo de ministrar a los demás? ¿En qué forma el hecho de saber lo que valemos para Él aumenta nuestro deseo de ayudar a quienes necesitan entender la Expiación como la entendemos nosotras, es decir, en profundidad? Cuando cada una de nosotras tenga la doctrina de la Expiación escrita en lo más profundo del corazón, empezaremos a ser la clase de personas que el Señor desea que seamos cuando Él regrese. Él nos reconocerá como Sus verdaderas discípulas.
Ruego que la expiación de Jesucristo produzca un “gran cambio” en nuestro corazón. Conforme abramos los ojos a esta doctrina que un ángel de Dios declaró que son “alegres nuevas de gran gozo”, les aseguro que sentiremos lo que sintió el pueblo del rey Benjamín. Después de orar intensamente para que se aplicara la Expiación en su vida, “fueron llenos de gozo” y estuvieron “dispuestos a concertar un convenio con… Dios de hacer su voluntad y ser obedientes a sus mandamientos en todas las cosas”. El hacer y cumplir nuestros convenios, y el regocijarnos en ellos, será la evidencia de que la expiación de Jesucristo realmente está escrita en nuestro corazón. Hermanas, por favor recuerden estos tres principios:
  1. “Todo lo que es injusto en la vida se puede remediar por medio de la expiación de Jesucristo”.
  2. La Expiación tiene un poder que nos habilita para vencer al hombre o a la mujer natural y llegar a ser verdaderos discípulos de Jesucristo.
  3. La Expiación es la evidencia más grande que tenemos del amor del Padre por Sus hijos.
“…después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en su mente y la escribiré en sus corazones; y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo". Invito a que pidamos al Señor que escriba esos principios de la Expiación en nuestro corazón; testifico que son verdaderos. En el nombre de Jesucristo. Amén.



3 comentarios:

  1. Queridas hermanas, hoy he tenido una idea, en la que todas podamos vernos beneficiadas y que tal vez nos ayude a mejorar en el número de hermanas que reciban su mensaje espiritual al mes y la visita de sus maestras visitantes.
    A mí me encanta recibir a mis maestras visitantes, el día que llegan a mi hogar es especial y siempre me dejan un buen espíritu cuando comparten el mensaje que ha sido seleccionado especialmente para nosotras, hijas predilectas de Dios. Se que las personas que por inspieracion, y conociendo nuestras necesidades, seleccionan estos mensajes se preocupan por nosotras y saben lo que estamos necesitando en estos días y nos dan instrucciones precisas recogidas en estos maravillosos y sencillos mensajes.
    Creo que todas merecemos la bendición que supone recibir a nuestras maestras visitantes y no debemos renunciar a ese momento y visita especial. Todas estomos muy ocupadas con las cosas de nuestras familias y trabajos y la mayoría de nosotras trabajamos fuera de casa con lo cual a veces es dificil coordinar las visitas para que las tres, maestra y hermana a visitar podamos coincidir... otras veces cuando nos damos cuenta el mes ha pasado tan rápido que nos quedamos sin quedar con nuestra compañera para organizar las visitas... a veces esto nos pasa una y otra vez. No dudo en que tenemos el deseo pero la vida que llevamos nos hace olvidarnos de ésta responsabilidad tan sagrada de cuidarnos unas a otras. Dios que nos conoce y nos ama, ha establecido este sagrado programa para que nos demostremos, cariño, amor y unidad, a la vez que nuestros lazos de amistad se estrechan y nos alimentamos espiritualmente por medio del mensaje. ¿Porque no hacemos algo para recordarnos unas a otras que necesitamos visitar y ser visitadas? ¿No estamos para ayudarnos y servirnos unas a otras? ¿recordais el himno n. 205 "Sirvamos unidas, pues somos hermanas..."? ¿Porque no ayudarnos entonces a servirnos unas a otras y a aumentar la hermandad en nosotras y a crecer en número de visitas?
    Y despues de ésta parrafada...
    ¿Cual es mi idea y mi propuesta?... ¡Ahí va!...
    Por qué no en vez de esperar a que nuestras maestras visitantes concierten una visita con nosotras, cuando las vemos cada domingo en la capilla, no "reclamamos" nuestra visita? Podemos ser nosotras mismas las que hablemos con nuestras maestras visitantes y concertemos la cita para esa misma semana....
    Otra idea es concertar la cita la primera semana del mes, sabemos que a veces surgen imprevistos y como somos tres, es facil que ocurra... pero si esto ocurre la primera semana, la buena noticia es que todavía quedan tres para planear otra cita, pero si por el contrario concdertamos la visita la última semana del mes porque se nos ha ido pasando, y ocurre algun impreveisto, nos quedamos con las ganas y la frustración de no haber cumplido con nuestra sagrada responsabilidad y nos perdemos las bendiciones y esa amada hija de Dios que tenemos que visitar se queda sin escuchar es mensaje espiritual.
    Es una idea que hiumildemente me he permitido compartir con vosotras. Creo que si cada una de nosotras reclama sus visita, podemos ayudarnos unas a otras y hacer el 100 por 100. de las visitas.
    Este es mi deseo y lo comparto en el nombre de nuestro Salvador Jesucristo. Amén

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  2. son buenaas ideas Resu es cosar de poner voluntad y entusiasmo y muy importante orar esperamos que las visitas se hagan al cien por cien poniendonos esa meta. Esther

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  3. Yo amo a mis maestras visitantes no solo me traen un mensaje inspirador si no que se preocupan por mis necesidades en cualquier momento del mes no solo el dia de la visita ,son un ejemplo para mi. Gracias por ellas

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